Comienza a prestar atención a tus conductas y pensamientos que te llevan a comer de más, o a atacar la heladera de manera intempestiva. Esta comprobado que la ansiedad deriva de una serie depensamientos automáticos irracionales o PAI, que necesitan ser desafiados para poder volver a reestructurarlos. Esto puede ser complicado de entender, pero prueba y tomate 5 minutos cuando sobreviene la ansiedad.
Contrólate y piensa que hecho o pensamiento te originó esa emoción. Escríbela y concéntrate en ella, pensando si vale la pena penar así, o que sería mejor. Esos 5 minutos te servirán para tomar consciencia de que te está sucediendo realmente y que la comida es sólo una excusa para calmar una ansiedad que, con práctica puede ser controlada. Por otra parte puedes, en esos 5 minutos, poner una música suave y relajante que calme tu ansiedad, y te ayude a pensar.
Sal a realizar actividad física. Este método es sumamente importante y fácil de poner en práctica. La mejor forma de descargar energías es gastándolas. Haz lo que más te guste, camina, corre, anda en bicicleta, nada, etc. El ejercicio físico libera endorfinas y estas reducen la angustia y la ansiedad.
Reeduca tus hábitos alimentarios. No sólo en cuanto a la selección de alimentos, sino también en cuanto a la forma de prepararlos y comerlos. Es importante que trates de comer los alimentos lo más natural posible, cocinarlos sin grasas y comerlos despacio, bocado tras bocado, saboreándolos. Si logras estos cambios y los mantienes en el tiempo, las posibilidades de que aumentes de peso nuevamente, realmente son muy pocas.
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